Aunque muchas personas no lo valoran y le dan una importancia menor, el pie es algo más que una estructura que nos permite trasladarnos y soportar el peso de nuestro cuerpo. Sólo se le da importancia cuando se produce cualquier alteración, que termina derivando en la limitación del movimiento. Esto es lo que sucede en el caso del pie plano.
Si nos fijamos con atención, tenemos una pequeña línea curva que separa la parte anterior y posterior de nuestros pies llamado arco plantar o bóveda plantar; cuando estos arcos están ausentes o disminuidos se denomina pie plano.
Desde el momento del nacimiento hasta el arranque del proceso de bipedestación, es normal la apariencia del pie plano debido a la presencia de un tejido adiposo alojado en la región plantar, luego a los 2 años el pie adapta usualmente una marcha con rotación externa y apoyo del reborde interno que aparenta ser plano, pero es a los 3 años, donde normalmente comienza en el niño la aparición del arco longitudinal o arco interno, finalizando su desarrollo hacia los 8 años aproximadamente.
Biomecánicamente, esta alteración provocará un desplazamiento del astrágalo sobre el calcáneo, hacia abajo, adelante y adentro, empujando el escafoides y a toda la fila ósea que forma el arco interno. el antepié se supina por lo que el primer metatarsiano está más elevado y el primer dedo se dispone en flexión para poder contactar con el suelo. en el pie plano se produce un movimiento helicoidal, ya que el retropié está en pronación y el antepié, en supinación. pero para hay dos tipos de pie plano que debemos conocer para realizar un tratamiento certero:
Pie planoflexibles: considerado el más común, ligados con frecuencia a tipología familiar y asociados a una hiperlaxitud o debilidad de los medios de armonización y unión articular. usualmente se relaciona con la retracción del tendón de aquiles, lo que produce dolor y aumento del consumo energético durante la marcha por sobrecarga de los músculos extrínsecos e intrínsecos del pie. logrando ser modificados al posicionarse en puntillas.
Pies planos valgos dolorosos o rígidos: en estos, se producen por barras que unen los huesos del tarso, o astrágalo vertical congénito, con dolores localizados tanto en los pies como en las pantorrillas y columna lumbar, casi siempre produciendo limitación funcional y desgaste en el calzado habitual. sin modificarse al posicionarse en puntillas
Predisposición genética: producido por un trastorno cromosómico primitivo.
Mala posición fetal: antes de nacer se adopta una posición para amoldarse a la forma "ovoide" del útero materno, manteniendo las piernas flexionadas. es por ello que al nacer y durante varios meses las piernas se aprecian curvas mientras que los pies generalmente adoptan una posición "hacia adentro" predisponiendo a un posible pie plano.
Desbalance biomecánico: las alteraciones en las partes blandas son consecuencia de un fenómeno de adaptación a los cambios esqueléticos. así, hay retracción de la cápsula y ligamentos, hay retracción de los músculos y los ligamentos plantares adicionalmente, la aponeurosis plantar superficial y la piel de la planta están retraídos y son inextensibles.
El pie plano no es doloroso en sí, incluso, en algunos casos solo se presenta la ausencia del arco plantar sin manifestar ningún tipo de sintomatología, pero en otros casos, el dolor se reflejará en la parte del retropié debido a la inserción de la musculatura involucrada como el tibial posterior, el cuadrado plantar entre otros, adicionalmente se presentan:
El funcionamiento alterado del pie se relaciona con diferentes procesos dolorosos, pero se debe tener en cuenta que no siempre es la causa principal de dolor articular o muscular. la ubicación del dolor hará necesaria la creación del mecanismo compensador elegido por el paciente, siendo el inicio de una posible lesión o patología en el resto de la extremidad, mencionando las más relevantes localizadas en:
Donde se produce una sensación de crujido alrededor de la rótula acompañado de dolor agudo en la zona inferior y superior de la misma durante actividades de la vida diaria ya que para realizar una marcha funcional compensa con un exceso de pronación, causando dolor femororrotuliano y un riesgo aumentado de sufrir el síndrome de stress tibial medial. también se suele acompañar de la rodilla en valgo que, a largo plazo, puede determinar lesión de cartílago o del menisco, en concreto pinzamiento del compartimiento externo, debido a que la rotación tibial interna asociada a la pronación excesiva, produciendo un desplazamiento de la trayectoria patelo-femoral internamente, favoreciendo a la subluxación lateral de la rótula.
La pronación excesiva del antepié y la rotación tibial interna aumenta las fuerzas de tracción sobre los flexores profundos de la pierna. esto es un factor común que provoca inflamación del periostio, secundario a las fuerzas de tracción por un exceso de trabajo muscular sobre las estructuras blandas en la tibia.
El exceso de pronación bilateral, produce una rotación interna de los ejes de la tibia y del fémur que puede conducir a una anteriorización del centro de gravedad, cargando el antepié y compensando con una inclinación lordótica secundaria y rigidez muscular. en cambio, el exceso de pronación unilateral a nivel subtalar, disminuye la distancia vertical del pie al suelo, creando una pierna corta funcional, y por tanto una mala alineación de la cadera, que puede producir sensación de rigidez y dolor en la región dorso-lumbar, tanto en la cadera derecha y/ o izquierda, especialmente después de la bipedestación mantenida.
Según los resultados de la evaluación inicial, la gravedad de la sintomatología y la afectación indirecta que presente el paciente, será determinado el tratamiento, el cual puede ser quirúrgico o no.
Podemos presumir de una intervención quirúrgica al no ver mejoría con la rehabilitación y el tratamiento ortopédico. por otro lado, serán candidatos permanentes los pies planos valgos irreductibles con anomalías en los medios de unión articular, o astrágalo vertical; así mismo en el caso de presentar marcha antiálgica por insuficiencia del tendón tibial posterior, post traumáticos, inestabilidad de articulaciones del pie-tobillo, etc.
El ortopedista o podólogo indicara el uso de plantillas para de esta manera tratar de originar el arco plantar de manera fisiológica. también sugerirá el uso de calzado ancho en el antepié con un contrafuerte posterior que sujete el calcáneo; que posea piso de suela o goma dura pero fina; cordones o correas de ajuste; con tacón elevado ligeramente, que posea cuñas internas según convenga. en muchos casos, no es necesario que sean botas, pero es conveniente colocarlas de forma preventiva en el niño que comienza a caminar. las plantillas correctoras se colocan a partir de los 2 años de edad; según el material de construcción, pueden ser de tipo blando, semirrígido o rígido, en función de la edad y la corrección que se precise. su cambio depende del crecimiento del pie y, por regla deben cambiarse anualmente.
En onjunto con el tratamiento ortopédico, se realizaran ejercicios, en ciclos y repeticiones que dependerán de la tolerancia del paciente, los cuales serán dirigidos a fortalecer la musculatura implicada para estimular así la formación del arco plantar. entre los ejercicios sugeridos podemos mencionar:
Además de los ejercicios, también se harán uso de agentes físicos para preparar la musculatura a trabajar, incluyendo también inducciones miofasciales superficiales y profundas para la liberación del tejido comprometido.
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