El pie es una estructura que cumple el importantísimo papel de darnos una parte de la libertad que necesitamos para interactuar con el medio que nos rodea. Ha evolucionado hasta ser una maravilla arquitectónica que soporta todo nuestro peso. Cualquier modificación en ésta estructura puede perjudicarnos, tal y como sucede en el pie cavo.
Existen distintas causas por las que se origina el pie cavo. Entre ellas podemos encontrar:
Resulta de los desequilibrios musculares. Estos desequilibrios se dan entre los músculos intrínsecos y extrínsecos del pie: acortamiento de los músculos extensores de los dedos e intrínsecos del pie y distensión de los músculos de la pantorrilla (específicamente tríceps sural). Una estructura que también es importante mencionar es la aponeurosis plantar que, a pesar de no poseer fibras musculares, se acorta y contribuye a la deformación del pie.
Son los pies en los que hay un aumento de la bóveda plantar, por no existe una patología a la que se le atribuya ese aumento. Los futbolistas, basquetbolistas, e incluso bailarinas son quienes pueden tener mayor probabilidad de sufrir de ésta deformidad.
Resulta luego de establecerse alteraciones osteoarticulares (como congénitos, traumáticos o por destrucciones importantes de las articulaciones como en la artritis reumatoide) o retracciones de las partes blandas en el apoyo del pie (como las cicatrices, quemaduras o procesos isquémicos).
La primera preocupación ante una deformidad es el dolor que ésta pueda generar. En el caso del pie cavo, no siempre hay dolor. El dolor es más frecuente que aparezca en aquellas personas con pies cavos irreductibles, en las zonas de apoyo excesivo (el talón y en las cabezas de los metatarsianos). Las lesiones que se producen por la hiperpresión en éstas zonas son hiperqueratosis (también conocidos popularmente como callos), bursitis (inflamación de las bursas, tanto la bursa calcánea como la metatarsal) y sesamoiditis (inflamación de los sesamoideos).
El pie está diseñado para un reparto concreto y equilibrado de las cargas. El pie cavo no solo desequilibra este reparto sino que reduce significativamente la superficie de apoyo de manera que por cada centímetro cuadrado cae más peso.
Este aumento de presión en zonas muy concretas aumenta el sufrimiento de la piel que tiende a hacer una queratosis, callo o dureza como forma de defenderse.
Estas estructuras (las bursas) están diseñadas para asumir fricciones y presiones pero sufrirán y se inflamarán si estas son excesivas.
Los huesos sesamoideos son unos huesos supra numerarios (no todo el mundo tiene los mismos) que se sitúan en la zona de apoyo de las cabezas de los metatarsianos en la zona anterior del pie y constituyen lo que se conoce como almohadillas.
Estos huesos y los tejidos que los rodean pueden inflamarse por el exceso de apoyo y presión haciendo lo que se conoce como sesamoiditis.
Otra preocupación es la alteración de la marcha. La marcha puede no estar comprometida en exceso, excepto en el caso de los pies cavos neurológicos, en los que en el choque con el suelo no se realiza con el talón como es debido, sino que contactan primero los metatarsianos. En algunas personas las caídas constantes o esguinces recidivantes se asocian al pie cavo.
El problema más grave quizás del pie cavo puede que no sea como tal la deformidad, sino las repercusiones que éste trae a otras articulaciones. Un pie cavo que genere una alteración en la postura genera una mala distribución de las cargas en otras articulaciones. La consecuencia, a futuro, podrá ser problemas en las rodillas o incluso en cadera.
Para determinar si usted tiene pie cavo debe de ir a un médico. El médico le realizará una serie de exámenes, entre los que se encuentran:
El médico observará la estructura de sus pies, su postura erguida y su marcha para darse una idea de qué tipo de pie tiene y qué puede estar causando los síntomas.
Es un instrumento que permite ver la forma de las huellas plantares. Se le indicará que se coloque descalzo encima del instrumento durante unos minutos, mientras el médico analiza la huella.
Es una técnica que evalúa también la huella plantar. Se humedece el pie en un líquido revelador y se apoya en papel fotográfico para revelar la huella.
Un sencillo rayos x. El médico realizará algunas mediciones en la placa para determinar si se trata de un pie cavo o no.
Si su pie cavo es reductible entonces lo remitirá a fisioterapia.
Las alteraciones de la pisada van a tener una profunda repercusión en la biomecánica de la marcha, y facilitar diversas lesiones de carácter "ascendente" (lesiones que su causa esta en el pie o en la pisada y tienen una repercusión ascendente) tanto en el miembro superior como en la espalda.
Es sencillo comprender cómo los mecanismos por los cuales una pisada concreta puede favorecer o facilitar lesiones musculares, tendinosas o articulares. Si pasamos de una determinada manera las cargas a nivel articular tiene una configuración dependiente de la pisada, por lo tanto a nivel articular, puede facilitar zonas de hiperpresión que a la larga genera problemas artrósicos o degenerativos en esas zonas de carga excesiva. A nivel muscular habrá determinados grupos musculares que trabajen en exceso y otros en defecto, facilitando zonas de sobrecarga muscular y desequilibrios agonistas antagonistas.
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